Falta menos de una semana para que comience la segunda fase de mi preparación al MIR. O para ser sinceros, para que empiece, porque durante la carrera no me lo he tomado demasiado en serio. Los simulacros eran hasta divertidos y las netas unos números que subían y bajaban en función de lo inspirada que estuviese al hacer el examen.
Como estudiante de medicina nos han preparado para el estrés, el agobio y los largos periodos de exámenes. Pero esta es la prueba definitiva; especialmente para la paciencia de mi familia, amigos y en general todos los que me rodean.
Cuando tengo que estudiar me vuelvo insoportable y lo sé. A los 3 meses de estudio, que es mi record creo, estoy a puntito de desquiciarme. Ahora voy a ir más allá.
Necesito, necesito, necesito desahogarme. O lo necesitaré. Y no quiero ser la chapas que tras 10 horas de estudio se pase el resto del tiempo libre llorándole a todo el mundo todo lo que tengo que estudiar, lo agobiada que estoy y lo mucho que me queda por hacer. No quiero que mis 24h diarias giren al rededor del MIR. Pero voy a necesitar llorarlo y por eso me hago un blog.
Nunca he sido una persona constante. Para nada. Y mis múltiples intentos previos de tener un blog lo demuestran, xD
Con el estudio me pasa lo mismo. Tengo días TOP y días en los que aunque pase horas frente a una página no consigo terminar de leerla y/o entenderla. Y esta es mi mayor preocupación ahora mismo. La constancia. Mi constancia.
A lo que se suma mi duda sobre la elección del lugar de estudio. Normalmente durante la época de exámenes voy variando, un día en casa, otro en la biblioteca, otro en la sala de estudios... porque cambiar de aires me va bien, al menos en principio.
Esto no me ayuda a la constancia, a crear una rutina, esto sólo puede servir para descentrarme aún más. Pero no consigo decantarme por ningún sitio.
La biblioteca, por ejemplo, es una buena idea porque me hace salir de casa, no hay demasiadas opciones para distraerse, pero a veces se llena de gente, o está la típica plasta que no calla, o se oye a los niños jugar en la calle, o no funciona el baño (que me ha pasado más de una vez), y hace calor. Mucho calor.
La sala de estudios en cambio está en un sitio más tranquilo (generalmente) y supongo que estará más vacía (al menos hasta que vuelva a empezar el curso) o frecuentada por otros opositores MIR. Pero está lejos y me supondría coger el metro todos los días.
Y por último tengo mi casa, en la que puedo estudiar en pijama, puedo tumbarme en el suelo o la cama cuando me duelan ya el culo y la espalda y dispongo de agua, comida y baño siempre que lo necesite. Pero estudiar en casa tiene la pega de que parece que nunca termines de estudiar. No quiero aborrecer mi habitación. Y además están mis vecinos de arriba ¬¬.
Pensaba que tal vez plasmando mis pensamientos conseguiría llegar a alguna conclusión. Veo que no, sólo sigo dándole vueltas a la misma idea una y otra vez.
En mi nueva obsesión por el orden y el control hoy me he levantado y he puesto toda la habitación patas arriba para volver a colocarlo todo de nuevo. Tiene que estar perfecto.
Orden a mi alrededor = orden en mi cabeza
Ha llegado un punto en el que hasta me he propuesto organizar mi tiempo libre. Luego he pensado que no es necesario, que eso es fácil, porque lo voy a utilizar única y exclusivamente para dormir.
Mundo, tú y yo nos despedimos hasta febrero.